El Liceo Crisol abrió sus puertas a una de las celebraciones más esperadas del año: el Día de la Chilenidad, una verdadera fiesta que reunió a estudiantes, docentes, familias y vecinos en un ambiente cargado de tradición, música y alegría.

Desde tempranas horas, los patios del establecimiento se llenaron de color con banderas, volantines y guirnaldas tricolores que anunciaban lo que sería una jornada inolvidable. Los asistentes pudieron disfrutar de una variada feria gastronómica con empanadas, anticuchos, sopaipillas y los más diversos sabores típicos, que fueron el deleite de todos los presentes.

Pero la fiesta no se quedó solo en lo culinario: los juegos tradicionales como la rayuela, el emboque, las carreras en saco y el tirar la cuerda, mantuvieron a grandes y pequeños compitiendo en un ambiente de camaradería y entusiasmo. Cada rincón del liceo vibraba al ritmo de la música folclórica, con presentaciones de cueca que arrancaron aplausos y vítores de los asistentes.

Uno de los momentos más emotivos de la jornada fue la premiación de los concursos de vestimenta típica, donde estudiantes y apoderados se lucieron con trajes de huaso, china, mapuche y nortinos, dando cuenta de la diversidad cultural que caracteriza a nuestro país.

La comunidad educativa del Liceo Crisol destacó la importancia de mantener vivas estas tradiciones. “Más que una fiesta, el Día de la Chilenidad es una oportunidad para reforzar nuestra identidad cultural y fortalecer los lazos de unidad que nos hacen crecer como comunidad”, señalaron desde la dirección del establecimiento.

El evento no solo dejó gratos recuerdos, sino también el compromiso de seguir celebrando lo mejor de nuestras raíces. Entre risas, bailes y encuentros familiares, quedó demostrado que el espíritu chileno sigue más vivo que nunca en el Liceo Crisol.

Con esta actividad, se reafirma que la educación no solo se vive en las aulas, sino también en los espacios de encuentro, donde la cultura y la tradición se convierten en herramientas de aprendizaje y de unión.